Hoy lo más destacado de lo que llevo de día es que llueve. A ratos parece incluso que estamos en mitad de un diluvio.
Ayer, cuando empezó a llover, me di cuenta de que casi había olvidado que me gusta escuchar el agua golpeando los cristales y que no hay nada mejor que tomar un café enorme viendo como llueve. También hace frio y eso me encanta porque es la excusa perfecta (otra no creo que haya, la verdad) para salir a la calle embutida en abrigos, gorros, guantes y bufandas, un placer que cada vez se puede disfrutar menos teniendo en cuenta que parece que vivimos todo el año en una eterna primavera, a veces un poco más fresca y a veces un poco más cálida (Me he recordado a mi misma diciendo eso a la Björk chanante "a veces soy niña buena, a veces soy niña mala", si no lo habéis visto aquí lo tenéis http://www.youtube.com/watch?v=UiMz10s3-0w, hay que verlo)... en fin, que ya me he vuelto a dispersar.
El caso es que lo que yo quería contar va de diluvios y mitos interesantísimo en torno a ese asunto pero ha parado de llover y se me ha evaporado la inspiración y además me ha dado sueño (maldito insomnio nocturno) así que lo dejaré para otro momento.
la lluvia es tan hipnótica como el mar o el fuego.
ResponderEliminarSu efecto se acentúa si estas bajo un techo de chapa que amplifica la sensación de estar a salvo mientras afuera todo mundo se moja.
Ummm tienes toda la razón, me quedo también completamente hipnotizada con el mar y con el fuego
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