miércoles, 21 de enero de 2009

"Detritus" o "Arqueología urbana"

Hace un tiempo escribí un artículo en un periódico sobre una serie de cuadros del pintor zamorano José Carlos Guerra que yo misma denominé "Arqueología urbana" o "Detritus". Ahora se exponen nuevas obras de la serie en la galería Arte Siglo XXI de Valladolid y el texto de los trípticos de la exposición está basado en el artículo del que os hablo. José Carlos Guerra es un pintor impresionante, así que si tenéis la oportunidad de ver la exposición no dejéis de hacerlo. Me hace ilusión poner la fotografía de la parte trasera del tríptico. Si pinchais en la foto lo podéis ver en grande, el texto y el curriculum de Guerra.



Y este es el artículo, aunque viene a ser más o menos lo mismo que pone en el tríptico


ARQUEOLOGÍA URBANA






Arqueología Urbana - José Carlos Guerra




Paisaje de óxidos y restos de lo que antaño, antes de ser basura, fueron objetos, restos de mil vidas que quizás tan sólo pasaron un segundo por allí pero que, en su despreocupada dejadez, cambiaron el verde de la hierba que cada primavera, a pesar de las dificultades, se obstina en salir, por el naranja y el gris de los desperdicios. Escena de cuneta de carretera, de reborde de modernos caminos de asfalto que recorren monturas de acero y caucho. Prolongación de la vida urbana en el reino de la Naturaleza. ¿Quién al pasear por los campos que bordean las carreteras o por aquellos que enmarcan las ciudades no ha visto estos restos que casi tenemos ya interiorizados como parte de esos paisajes algo irreales? En casos extremos, la visión es casi anticipación de un hipotético futuro tras la destrucción apocalíptica de lo que aún nos queda fuera de los enormes termiteros de hormigón en que se van convirtiendo cada vez más los lugares que tienen la mala suerte de ser elegidos como habitats preferidos del ser humano.
Luego están también esos lugares donde, como serpientes que cambian la piel, dejamos todo aquello que nos sobra y que llamamos vertederos, cada vez mayores, hasta el punto de convertirse para algunos que no tienen nada en verdaderos supermercados donde la lista de la compra se olvida para dejar las adquisiciones al azar.
Es difícil imaginar belleza en estos paisajes, en estos restos de vida abandonados a su suerte, pero el ojo experto del artista logra individualizar en cada uno de estos deshechos otro tipo de interés, aquel que una vez situados en el contexto apropiado hace que conecte directamente con el alma del espectador que lo hace suyo con su mirada.
Esta obra es parte integrante de la serie “Arqueología Urbana” en la que José Carlos Guerra hace el papel de demiurgo creador, tomando de su reposo esos objetos para convertirlos en arte. Les crea un espacio propio en el que destacar, casi futurista, con sus pinceladas cargadas de textura, con su habilidad para jugar con los colores con los que representa la decadencia, la herrumbre, manejando con maestría los naranjas oxidados, los grises, en definitiva, una paleta sobria pero terriblemente expresionista que recrea las tonalidades del vertedero, de la melancolía de los objetos olvidados, de los recuerdos añejos.
Al pasar los ojos por delante del cuadro, la estudiada composición nos lleva directamente a la lata que, torturada por mil avatares, yace en medio de su propia degeneración, enredada en cuerdas, reventada por el paso de mil vehículos, quien sabe si quemada, rodeada de lo que imaginamos asfalto, tierra, restos de telas, lo demás lo tiene que poner la imaginación del observador, porque he ahí donde está la mágica atracción del Expresionismo abstracto, en la transmisión de sentimientos. El artista no busca representar la realidad, va mucho más allá, persigue con ahínco el provocar un revuelo en el alma del espectador que mira una y otra vez la obra, la observa, se recrea, se apodera de cada recoveco y cada detalle mirada tras mirada y cuando se quiere dar cuenta ya siente una irrefrenable atracción por ella. La lata deja de ser una lata cualquiera para ser la lata que nosotros mismos hemos pateado miles de veces al pasar por un camino, esa lata con la cual jugamos hace años, esa lata que hicimos mal en tirar por la ventanilla durante un viaje, esa lata en la que guardamos un grillo, esa lata, en fin, que ha sido milagrosamente rescatada para traer con ella todos esos recuerdos.
Es una realidad que este tipo de arte a menudo se hace árido para ojos no acostumbrados pero yo invito a esos ojos incrédulos a mirarlo con detenimiento, dejando libre el pensamiento porque cuando se rompe la barrera y se mira con ojos no condicionados se descubre su esencia y se aprende a amarlo. Es más, cuando se llega a este punto se entiende su dificultad porque difícil es, sin duda, tener la sutileza y la sensibilidad suficientes para tocar con precisión las cuerdas que hacen vibrar el alma simplemente observando un lienzo.
El artista con esta serie se convierte casi en un arqueólogo urbano, uno de esos estudiosos que investigan el comportamiento de los habitantes de la ciudad a través de sus desperdicios. La basura define a su creador más que ninguna otra cosa y eso lo saben bien estos profesionales con alma de sociólogos. La basura no engaña, está desprovista de los artificios con los que cotidianamente creamos nuestros propios personajes. La basura es el reflejo de la sociedad desnuda de toda apariencia superficial, una especie de realidad descarnada de nuestra vida, un reflejo fiel de lo que somos, de lo que fuimos.



Mar Goizueta





Los datos de la exposición son:


"DETRITUS" en la Galería Arte Siglo XXI


Claudio Moyano nº 6, Valladolid


Del 20 de enero al 11 de febrero


Horario: Lunes a sábado de 17 h. a 21h.

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