Un ratito de tranquilidad

El sol traspasa la ropa y me rodea con un abrazo de calor, los membrillos gritan en silencio que tienen que ser cortados ya mismo y para demostrarlo esparcen su olor por todo el jardín. Mil pájaros pían y revolotean, parecen nerviosos. Las abejas aprovechan las pocas flores que quedan y zumban hipnóticamente, con sus patas llenas de polen.

Me tumbo en el suelo y veo un águila, después tres y otra vez una, están muy arriba pero se ven bien. Escucho un ruido muy tenue, cuando no hay nadie alrededor cada crujido de hoja otoñal se nota. Es una libélula grande, de color amarillento, pasa rápida sobrevolando la piscina verdosa ya y no me da tiempo a fotografiarla. Todo es tranquilidad y el mundo se desdibuja si cierro los ojos, todo es lejano, nada importa y yo me hago tan transparente que me fundo con el suelo. No importa, nadie va a pisarme.


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Tengo cámara nueva de fotos y estoy feliz. Este fin de semana he estado probándola, ahora sólo me falta aprender a usarla bien