viernes, 11 de enero de 2008

Hubo un tiempo en el que llovió, llovió y llovió

Cuando comencé este blog lo hice hablando de la lluvia, ahora, unos meses después, no muchos porque creo que fue allá por el mes de noviembre pasado, está lloviendo bastante otra vez. Es triste pensar que entre un post y el otro ha pasado el tiempo pero no la lluvia. Ha llovido algún día más, es cierto, pero poco, mucho menos de lo que debería y luego vendrán los problemas, cuando el verano seque los ya de por si poco abundantes pantanos

Pero como hoy llueve y la lluvia me da ganas de escribir, voy a contar la historia que en la otra ocasión prometí escribir algún día en este blog y que os sonará mucho, aunque en esta ocasión los personajes no son los que todos conocéis. A mi, como historiadora, me encanta ver como las historias y las leyendas muchas veces tienen raíces comunes y como, si se sigue bien su trayectoria temporal, encontramos visos de realidad en los orígenes de la mayoría de ellas. Leed y decidme si no os parece curiosa la semejanza:

Cuenta una antigua leyenda sumeria que los dioses, hartos de trabajar la tierra, crearon a los hombres y mujeres para que les relevasen de su dura tarea. No supieron calcular el alcance del acto creador que habían llevado a cabo, y en menos de doscientos años la población aumentó tanto que su clamor no dejaba dormir al dios Enlin. Para solucionar el problema del crecimiento desmedido de sus criaturas, hicieron varios intentos. Primero desencadenaron una epidemia y luego lo intentaron con una gran sequía, pero no consiguieron su objetivo y la población seguía multiplicándose sin freno. En un tercer intento desesperado de acallar a la ruidosa marabunta, se les ocurrió desencadenar un diluvio que lo arrasase todo.
Casi de la misma manera que sucedió en la historia del Noé bíblico, una diosa se apiadó de un hombre llamado Utanapishtim y de su esposa, a los que advirtió sobre lo que estaba a punto de suceder. El resto de la historia, como vereis, tampoco difiere mucho de la reflejada en la Biblia. Este hombre construyó un arca y a ella subió distintas parejas de animales y a algunos de sus obreros. Al séptimo día de iniciado el diluvio, dejó de llover y Utanapishtim lloró al ver el mundo entero arrasado y a toda la Humanidad convertida en arcilla. En cuanto pudo salir del arca hizo una libación y quemó ofrendas vegetales, entre ella cañas y maderas aromáticas (una costumbre muy habitual en los pueblos de la Antigüedad), que atrajeron a los dioses que se reunieron en torno al dulce olor. Enlin se había enfadado porque el diluvio había sido idea suya, pero fue aplacado por los otros dioses y acabó regalándole la inmortalidad a Utanapishtim.

Los mitos acerca del Diluvio Universal aparecen en muchas culturas, algunas bastante alejadas entre si y su esquema siempre es el mismo, el fin de una era, la purificación del mundo mediante el agua y la restauración de la raza humana a partir de un héroe.

En fin, que no os quiero aburrir ni que parezca esto un libro de historia lleno de datos, pero si os diré, para terminar, que la coincidencia entre la Biblia y la leyenda que os he contado no es casual, es que la Biblia se basó en relatos anteriores de pueblos como los Sumerios, que las coincidencias van más allá: también el arca encalló, tambiénUtanapishtim soltó un pájaro, y que, arqueólógicamente, se han comprobado grandísimas inundaciones en la zona de donde proviene el relato...

2 comentarios:

  1. hola Sirena, que casualidad! hace unas semanas veía la expo sobre los Sumerios en Madrid. Parece que ellos dieron origen a la escritura, con sus tablillas de arcilla y punzones. La escritura es algo común q tienes con ellos, y quién sabe sí más...
    Te sigo.
    Te leo.
    Alicia.

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    1. Gracias por leerme.... me ha encantado tu comentario! Bienvenida a mi mar :)

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