Serpientes acuáticas I Klimt
miércoles, 13 de mayo de 2009
El espectáculo musical y teatral de Luis Ramiro y sus "Dramas y caballeros"
Las paredes centenarias del pequeño pero coquetísimo teatro Infanta Isabel habrán sido testigos durante su larga historia de muchos espectáculos, pero no creo que muchos hayan sido tan esperados y tan disfrutados como el concierto presentación de "Dramas y caballeros".
Luis Ramiro, ayudado por sus socios y amigos Pechi y David (Relocos Records), organizó una presentación de auténtico lujo, como pocas se han visto, demostrando que con ganas, ilusión y buenas ideas se pueden hacer grandes cosas sin necesidad de conocidísimas discográficas multinacionales.
Todo el concierto, dedicado por Luis a Antonio Vega, fue precioso de principio a fin, lleno de sorpresas, una noche inolvidable, muy emocionante, que voy a tratar de describir de una forma medio ordenada, pero sin exceso de detalles, que yo no soy de las que apuntan hasta el orden de las canciones para hacer crónicas exactas, a mi me gusta disfrutar de los conciertos y luego, en todo caso, contar como he vivido yo el momento.
La noche empezó bien desde el primer momento, desde la cola para entrar al teatro, llena de amigos y conocidos. Nada más atravesar la puerta ya empecé a quedarme impresionada ¡Había un puesto de merchandising! Camisetas, posters, bolsos, postales, etc eran comprados por los fans ávidos de recuerdos del momento, un signo más de que Luis Ramiro ha dado un paso de gigante en su carrera musical. Todo muy bonito, con diseños del estilo de las ilustraciones del disco, del cual hablaré próximamente en algún otro post, pero ahora, no, ahora es momento de hablar de la mágica noche de ayer.
Nos indican el camino a las butacas y ¡Oh sorpresa! Allí nos esperaba un detalle muy bonito. Cada asiento tenía puesto un marcador de páginas con la portada del disco, la fecha de la presentación y una flor seca en un lado y una canción por el otro. Un recuerdo muy especial.
El teatro Infanta Isabel, que yo pisaba por vez primera ese día, es rojo, muy rojo, con una de esas decoraciones modernistas que tanto me embelesan. Un lugar acogedor sin dejar de destilar clase y arte. Lo primer que pensé al verlo es que Luis no podía haber elegido un lugar mejor. Tan bonito y tan rojo como el diseño de la portada, tan teatrero por su parte.
Con todo el teatro lleno de caras expectantes se apagan las luces, se abre el telón, se encienden los focos y aparece Luis acompañado por parte de su banda de esa noche, luego hablaré de ellos, que fue mucha gente la que pisó el escenario entre músicos ocasionales, fijos, colaboradores y amigos. Comienza con la explosión de fuerza de "Diecisiete" y de fondo un decorado que simula un bar, hasta ese detalle se tuvo en cuenta. Después se van sucediendo los temas, entran unos músicos, salen otros, aparecen colaboradores, Marwan canta a duo con Luis "Paraíso con gastos pagados", Conchita canta en "El café", Pancho Varona en "Relocos y recuerdos", los tres productores del disco juntos en "La distancia". Luis Ramiro se sienta al piano y nos pone los pelos de punta con "Aviones de papel". En un momento del concierto suena de fondo "Reloj no marques las horas" a modo de prólogo de "Dos coplas", tan acertado. Canta temas de "Dramas y caballeros", temas antiguos y temas nuevos. El público pasa de una emoción a otra. Siempre he dicho que el Arte para ser bueno tiene que emocionar, por eso es arte lo que Luis hace.
En esta ocasión la banda estaba formada por dos habituales, Chiloé a la batería y Mani al bajo. La guitarra esta vez estuvo a cargo de Juan Guevara (Juancho) y, aunque no digo que lo haga mal, he de decir que eché de menos a Mario Raya. A los teclados Alejandro Martínez en lugar del habitual Andrés Lewin. Aparte de la banda, distintos músicos se iban subiendo al escenario cuando la ocasión lo requería. Paco Bastante, el bajo que ha tocado en el disco, salió a tocar en un tema como también hicieron los productores del disco, Pancho Varona, Antonio García de Diego y José A. Romero. Marino Saiz, ese magnífico violinista que yo descubrí hace poco en un concierto de Andrés Lewin, apareció en varios temas. También hubo acordeonista y vientos y seguro que me olvido de alguien, en ese caso, pido disculpas al olvidado.
Como fin de fiesta, porque más que un concierto era una fiesta, nada mejor que "La distancia", canción que me enamoró desde la primera vez que la escuché. Se crea una corriente de felicidad aún mayor entre el público, nos levantamos, cantamos y bailamos bajo una lluvia de confeti, aplaudiendo hasta dolernos las manos y el teatro se va vaciando poco a poco mientras suena la auténtica canción de los dibujos animados de Willy Fog.
INSUPERABLE Luis, toda una lección de como se hacen las cosas, gracias por esa noche.
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Publicado por
Mar Goizueta
en
19:50
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Te descubro y me rindo ante tu descubrimiento. Me ha gustado tu crónica y tu homenaje al gran Antonio Vega, me gusta especialmente la foto con la que ilustras su recuerdo. Te sigo sirena. Te dejo mis besos
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