Pienso en las mujeres que se hicieron piedra y bronce y se quedaron para siempre en los puertos esperando a sus marineros perdidos...
Quizás también las sirenas esperamos a nuestro marinero, pero en movimiento, para que la melancolía no nos pueda petrificar, meciéndonos en las olas, deseando que un naufragio nos traiga el amor, soñando que alguien nos convierte en canción
Pero yo nunca estoy segura de nada, por eso navego en un mar incierto que soy yo misma
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