
Una noche la del 15 llena de luces, sombras, palabras, miradas, de imágenes oníricas, de amistad y, sobre todo, música, una música que se mete por los poros de la piel, que hace que vibren cuerpo y espíritu, que nos lleva a un estado casi hipnótico en algunos momentos de la mano, de las manos maravillosas de Ronny Vasques, el percusionista, tan lleno de música, de ritmos y de Brasil, ayudado por el contrabajo único de Claudio H., que a veces parece hablar con voz grave de monje tibetano y otras con aspera suavidad modulada de argentino pausado, tal vez contagiada por su dueño, argentino de nacimiento. Y todo eso acompañado de la guitarra y la voz de Enrique Amigó, con esas letras surrealistas, oníricas, poéticas, preciosas, perfectas, que en cuanto las escucho hago un poco mías. No lo puedo evitar, adoro la poesía de sus palabras, tiene la virtud de tocar mi alma con su pericia de demiurgo creador de mundos irreales, intangibles, pero al mismo tiempo terrenales. No intentéis que os lo explique mejor, no podría, la poesía no se explica, o te llega o no te llega, para mi cada poeta es creador de un lenguaje que tiene sus propios códigos, si lo entiendes, si lo consigues hacer tuyo, entonces te gusta, en otro caso tienes que buscar nuevas palabras que te llenen de luz, de oscuridad, de felicidad, de tristeza, de sensaciones. Durante el concierto, gracias a Alejandro González, las letras se ven reforzadas por la fuerza visual de las proyecciones, que llenan la pared de imágenes que siguen las canciones, tan concretas, tan llenas de significado y al mismo tiempo tan imaginativas, mientras los focos rojos y verdes crean sombras de colores que tienen vida propia, que se mueven al ritmo de la música, casi separadas del cordón existencial que las une a sus dueños.
La Casa del Conde y Esfumato son como dos gemelos que han crecido en familias diferentes, se parecen mucho, tienen los mismos genes, a veces sus canciones se entremezclan, pero son distintos. Me parece admirable conseguir esa igualdad/desigualdad, esa capacidad de dotar de identidad propia a cada uno de ellos.
Cuando yo supe de la existencia de La Casa del Conde ya se había disuelto el grupo, Enrique había formado Esfumato y Claudio H. había enfocado su carrera como cantautor. Por eso cuando me enteré de que se iban a reunir para este concierto me alegré pensando en que al menos iba a tener una oportunidad de ver en directo a ese grupo del que tan bien me hablaba todo el mundo, del que, en parte, había surgido mi admirado Esfumato. Ahora espero que se reunan al menos una vez cada cierto tiempo para hacernos revivir los momentos que pasamos el otro día en el Libertad, tan especiales.
Myspace de La Casa del CondeWeb de Esfumato*Foto de Pablo Fdez. Juárez, más en el album
"La Casa del Conde en Libertad 8"